top of page

Escritura

  al margen

 

Henry David Burbano

Poemas

 

                               Intento 10

 

Mírame un segundo más esta vez,

mientras caminas por mis senderos;

los senderos de amor que otra vez,

nos invitan a amarnos en cueros. 

 

Tu pasión desventurada me lleva

a desear tu cuerpo más y más,

a desear el calor de tu cueva

llena del néctar de nuestras camas.

 

Amante fugaz de mi anochecer,

xiñe tu cuerpo al mío. Termina ya,

termina otra vez llena de placer.

 

Mis días ya son pocos y el olvido

no demora en venir; para ahora

llevarse de mí, lo que ya se ha ido.

 

                Genealogía sentimental

                                             

                                             I

 

Yo, un hombre criticado por muchos y muchas,

con un pasado incierto: de subidas y bajadas

mentiras, verdades, y mentiras que ya son verdades.

A veces fascista, luego religioso, antes metalero.

Diferentes cosas me hicieron un hombre enredado,

ahora uno nuevo: antifa, un simple creyente con sangre rockera.

Nuevo nombre, nueva vida (forjada por manos limpias).

 

Tu pasado no lo conozco, no mucho.

No he oído de ti nada, igual no hablaría de ello.

Puedo decir: no tan oscuro como el mío, pero tampoco claro.

Me interesas después de conocerte

siempre sincera, clara y objetiva.

Cuando tus palabras no corresponden con tus acciones,

Sabes solucionarlo, no con excusas solucionas el error.

Me dices que no, pero tierna.

No caminas, bailas. No ríes, festejas.

Eres sí en lo bueno y no en lo malo.

 

Somos una verdad para algunos, una mentira para otros.

Somos hijos de un dios, porque somos uno —creyentes y ateos—

somos un cuestionamiento, y la respuesta.

Somos sangre, vida, somos sal en la comida

o picante, o dulce.

Somos tiernos, salvajes, somos sinceros, no somos mentira

éramos dos, ahora uno.

 

 

                                        II

 

Son las nueve de la mañana, y todavía duermo

(no tan dormido, pero tampoco en la realidad)

los ojos me pesan. Son más que yo.

Una fuerte tormenta entra en el cuarto

para abalanzarse sobre mí.

 

Mi vida reducida a dos: una parte dormida y cansada

la otra con sed de respirar la luz de la mañana.

Sus pequeñas manos ya estan sobre mí;

se pelean entre ellas para saber quién será la primera

en estropear la quinta costilla (la del costado derecho).

Y en esta lucha por poder, las dos  fallan cada golpe.

Sus risas empeoran cada segundo.

Aunque ese instante trae cierta felicidad a  mí,

el dolor es intenso. Mis labios se esfuerzan

Para lograr decir:

Piedad. Ten piedad y aléjate. Detente, de una vez por todas.

Más risas,

sus golpes y esfuerzos para sacarme de mi templo se intensifican;

sólo tenía algo que hacer: ceder, dejar que haga de mí a su antojo,

arriesgándome al dolor.

Tal vez es el temor de que sea un lamento hecho carne

o quizás la opción de aprovecharme de su debilidad;

da igual, sigue con la tortura.

En su mente formula crueles castigos para poner en práctica,

cuando logra sacarme de la fantasía, de mi sueño,

entro en su realidad y lo veo, con una sonrisa; y contrario a lo que creo,

veo una mirada tierna,

una que me indica que no está luchando para derrotarme,

 sino para llevarme a su lado

pidiendo un compañero a gritos y golpes.

 

somos quizás lo que cualquiera sueña

(Pero ignoramos la realidad que nos une).

Quisiera mirarte y decírtelo, expresar con mis palabras que eres

la oportunidad perfecta para hacer de nuestras vidas algo eterno.

Expresarle a esta pequeña criatura lo que ha hecho conmigo;

Para poder decirle:

—Hijo, entra cada mañana a mi cuarto,

Golpéame si quieres, pero con amor;

ten en cuenta lo que significa tu vida para mí.

Cada acto incrementa

mi amor como solo tú y yo podemos entender.

Mis pasos dependen de ti, no doy uno sino lo permites.

Cada mañana que no está listo para la tortura,

es una mañana fría que dura 24 horas.

Cuando decide torturar mi rostro con ataques de besos,

el nivel de dificultad cambia,

ahora somos cada uno cerca del otro.

 

bottom of page