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Escritura

  al margen

 

Los pies limpios de Jamioy

Por Martha Isabel Duque C. 

Esta obra contiene 78 poemas en dos lenguas: Camëntsá y español. Su primera edición fue en el año 2005 por la Universidad de Caldas. La segunda edición fue en el 2010 por el Ministerio de Cultura, en el marco de la conmemoración del bicentenario de independencia colombiana, de este modo se reconoció la existencia de una literatura indígena, hasta ahora ahogada en la indiferencia de un país que sucumbió al olvido de sus antepasados.

 

Su autor, Hugo Jamioy, pertenece a la cultura Camëntsá cuyo nombre traduce: “Hombres de aquí con pensamiento y lengua propia”. Aquí nos cuenta sus días entre la ciudad y su territorio ancestral, paseando al lector por lo que puede llegar a ser una tradición oral del siglo XXI, criticando con sus versos la sociedad actual.

 

Las tradiciones y visión del mundo de este pueblo indígena ubicado al noroccidente del departamento de Putumayo, se ven reflejadas en la obra Jamioy: 

No somos gente de mundo ajeno

con anhelo de seguir viviendo;

no somos gente de territorio

de quienes mañana se escuche hablar

que nosotros fuimos.

No somos pueblo venido de otros lugares,

nuestras raíces son de aquí.

Somos árbol-hombre, somos gente, somos pueblo,

nacidos del fondo de la tierra,

árboles caminando por el lugar

heredado de nuestros taitas,

gente cuidando la armonía y equilibrio natural,

pueblo construyendo la casa

para que nuestros hijos

vivan felices y de manera natural.

(No somos gente)

 

El aspecto bilingüe puesto a disposición del extranjero —no indígena—, permite al lector, y oyente al mismo tiempo, acercarse como participante de los rituales y las remembranzas ancestrales:

 

Esta es la planta que cura el espíritu agobiado

la traigo para que la bebas.

En ella encontrarás el refrescamiento de la memoria

voces susurrando desde el interior de tus secretos

cantos envolviendo tu cuerpo hacia el camino interno de la luz.

Verás tu rostro transformado en la energía que desconoces

irás a los rincones donde yacen escondidos los secretos de la vida;

un anciano, una anciana

aguardan sentados en el rincón del olvido,

pacientes esperan por tus pasos.

Tenderán sus manos para guiarte a las fuentes de donde bebieron

los secretos de la vida

caminarás entre plantas y animales que dan poder y resistencia

tomarás las que dicte tu espíritu

rugirás para limpiar el camino.

El equilibrio de tus pasos lo sostiene tu espíritu.

Tus pies solo caminan.

(Yagé)

 

Es gracias al concepto de lengua que tiene Hugo Jamioy que se puede pasar de una morada citadina a una morada indígena: “La lengua no sólo es un código sino sobre todo una morada, como traje, el hombre se viste con la lengua”.

 

La virtud de la mayoría de los poemas radica en el constante movimiento que el poeta logra con los elementos del espacio y el tiempo: Ciudad-Selva/ Presente-Pasado. Ambos difieren entre sí, pero poseen un mismo principio, lo espiritual y lo cultural. El autor posee la habilidad de tocar las fibras imaginativas del lector con historias donde abundan la sensualidad, el amor, la naturaleza y la frustración, como ejes articuladores de un sólo tema que no es otro que la forma de vida de los indígenas y la soledad que vive el extranjero en su ciudad de piedra:

 

La historia de mi pueblo

tiene los pies limpios de mi abuelo,

va a su propio ritmo.

 

Esta otra historia

va a la carrera

con zapatos prestados

anda escribiendo con sus pies

sin su cabeza al lado,

y en este torrente sin rumbo

me está llevando.

sólo quería verme

una vez más en tus ojos, abuelo.

 

Aquí podemos identificar claramente la añoranza de un tiempo más tranquilo, de momentos que un día el autor vivió en su territorio y que la sociedad no indígena los niega debido al afán del mundo moderno.

 

El concepto de abuelo es purificado con la combinación “pies limpios” como un merecido tributo a los nuestros mayores.

 

La fuente de placer que Jamioy encuentra, es sin duda, la paz de unas anécdotas cargadas con un tono de queja y esperanza. Así pues, resistirse a conmoverse ante tanto derroche de costumbres, juicios, reclamaciones y perdones, resultará infructuoso. Él es un gran intérprete del pasado y del presente gracias a que domina dos referentes, sus propias raíces y las raíces de otros.

 

Una vez cerrado el libro, la música de sus anhelos, del arcoíris, de las nubes y las huellas del pasado, se han transformado en la única alternativa para darle sentido a nuestro diario vivir. Música que apela a la lucha de quienes se resisten a lo puramente material. El alma se conmueve regalando al descuidado lector la sensación de habitar un espacio y una época que alguien más ya vivió, y a los que él también pertenece.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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