— A los libros nuevos susurrarles nuestro amor y acariciarlos como a la primera mujer y deslizar nuestros dedos sobre su henchido cuerpo. Ellos conocerán a su primer amo.

 

— Comprar libros de a uno y leerlos de la misma manera. Si se compran más de dos a la vez se convierten en artículos de lujo.

 

— Deja que el polvo los recubra y de cuando en vez, sacúdelos y airea sus hojas con cariño.

 

— Dejar a los niños acariciar los libros, rayarlos, inclusive arrancarles hojas, que jueguen a la pelota con ellos.

 

— Leer en familia, con los pequeños, aunque llenos de resabios captan fácilmente el mensaje. Dejar que pregunten, lloren y pataleen, y el día que pregunte: que dice allí, señalando con sus dedos pequeños; la gloria llegara a nosotros.

 

— Releer. Lo interesante y lo no. Es un ejercicio de charlar con un viejo amigo y de darnos cuenta de la cantidad de anécdotas que hemos dejado de saber, o que ya no recordamos; o que pasamos de largo debido a la rapidez de la vida.