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Escritura

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Blog literario

Luciano de Samósata

(Samosata, Siria, 125 - 181)

Soy un párrafo. Haz clic aquí para agregar tu propio texto y edítame. Soy un lugar ideal para que cDespués de acabar la formación básica, el padre de Luciano se cuestiona sobre el futuro de su muchacho: quiere que aprenda un oficio respetable pero no costoso. Luego de considerar alternativas, decide que la mejor opción es la escultura —nada influyó en su decisión que el cuñado fuera escultor medianamente reconocido, que se vería obligado a educar gratis al sobrinito—. Después de una corta conversación familiar el tío admite al joven Luciano como pupilo. 

 

En el primer día como aprendiz de escultor, debe escribir en una tabla de marmol, "si se empieza bien, ya está hecha la mitad"; pero al torpe muchacho le basta un cincelazo para romper la tabla en dos, y recibir una muenda del maestro como recompensa.

 

Después de los golpes del tío, escapa a casa en busca  del consuelo de mamá, seguido de una siesta. Llega el sueño,  con dos mujeres, una hosca y fea (Miss escultura siglo I), otra delicada y bella (la educación), que empiezan a coquetear: la escultura le promete trabajos incómodos, la segunda le promete ocio y reconocimiento si se convierte en un buen ocioso. Como hombre lúcido que era, decide quedarse con la mujer delicada que promete ocio.  Los motivos para que alguien decida ser escritor van desde la falta de un bolígrafo para que el jugador favorito de baseball firme una pelota, hasta la golpiza de un tío y la flojera congénita. 

 

Las obras de Luciano son ágiles, era  un autor polivalente, capaz de escribir sobre temas dispares: la locura de los dioses, poetas, teología, elogiar moscas o baños públicos, para garantizar al lector que halle una pieza que lo divierta.  Con Luciano se experimenta esa sensación que sólo los clásicos provocan: que la vigencia de sus obras no caduca y el humor de Luciano, todavía puede arrancar carcajadas. Por las situaciones propuestas en su obra "Relatos verídicos", que incluyen viajes espaciales, guerras entre habitantes del sol y la luna, no falta quien señale  a Luciano como fundador de la ciencia ficción. Los humanistas se interesaron profundamente en sus obras, pues veían en la personalidad de Luciano un ejemplo de renovación a seguir.  Atrevidamente podemos garantizar al lector que leer a Luciano, es encontrar de forma sorpresiva a un clásico del que pocas veces se habla. En Los Informales publicaremos fragmentos de las obras que más nos divierten de este buen hombre. 

Hermes y Caronte*

 

HERMES.- Ahora barquero, si te parece bien, vamos a echar cuentas de todo lo que me debes, para no volver a tener discusiones sobre este tema.

 

CARONTE.- Estoy de acuerdo, contemos Hermes. Será mejor para ambos que este asunto quede bien aclarado.

 

HERMES.- Me pediste que te trajera un ancla: lo que hace cinco dracmas.

 

CARONTE.- Me la pones muy cara, me parece.

 

HERMES.- No te miento, por Plutón, que la compré por ese precio; y adquirí también una correa de cuero para un remo por dos óbolos.

 

CARONTE.- Entonces apunta cinco dracmas y dos óbolos.

 

HERMES.- ... y también compré una aguja para la vela; y por ella pagué cinco óbolos más.

 

CARONTE.- Pues apunta también esos cinco óbolos.

 

HERMES.- ... además de cera para tapar grietas, clavos, y una cuerda para que hicieras la hipera, me costó todo dos dracmas.

 

CARONTE.- Pagaste un precio muy alto.

 

HERMES.- Si no me olvido de nada, todo está en la cuenta. Ahora tú dirás cuándo vas a pagarme.

 

CARONTE.- Es imposible en este momento, Hermes, pues el negocio no funciona demasiado bien; pero si alguna peste o guerra me manda algún grupo de víctimas, podría reunir algo de dinero haciendo un poco de trampa con el precio de los pasajes.

 

HERMES.- ¿Me estás pidiendo que me cruce de brazos y pida a los dioses que se produzcan espantosas calamidades, para poder cobrar?

 

CARONTE.- No podrá ser de otra forma, Hermes. Pues, como puedes comprobar, no llega mucha gente aquí abajo: estamos viviendo tiempos de paz.

 

HERMES.- Así lo prefiero, aunque no cumplas el pago de tu deuda. Ah, por cierto, no recuerdas como eran los antiguos que venían hasta nosotros: se trataba de hombres valientes, y muy malheridos. En cambio, ahora, los muertos llegan envenenados por los hijos o esposas, o con el vientre o las piernas inflamados, vulgarmente pálidos, con ningún parecido a los otros. Además, estos últimos mueren casi todos por causas relacionadas con maquinaciones tramadas entre ellos por dinero.

 

CARONTE.- Debo reconocer que el dinero es algo muy deseable.

 

HERMES.- Entonces no te parecerá mal que yo te exija de forma implacable e insistente el pago de tu deuda.

 

 

 

*Diálogo incluído en "Diálogos de los muertos". 

 

 

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