top of page

Escritura

  al margen

 
Eugene Smith

La reunión

Por Johana Montenegro

 

H

oy domingo hace la primera comunión una prima. Recibimos una tarjeta de invitación: "En un día tan especial quiero que me acompañen en mi alegría de recibir a Dios sacramentalmente. Lugar finca de Jiguales. Día domingo a las 2:00 P.M. Esperamos su asistencia”. Lleva dos días de haberse recibido la tarjeta y aún no se ha comprado un regalo.

 

El lugar está cerca de La cumbre, a un kilómetro o menos para llegar a Santa Inés y de allí otros dos kilómetros y llegamos a Jiguales.

 

Al comprar el obsequio y al estar listas, mi hermana y yo, tomamos el autobús a la 1:00 P.M., llegaríamos a las 4:00 P.M. Lo relajante es que este día está fresco, estoy tranquila porque voy acompañada de mi hermana, ella acostumbra siempre llevar su cuaderno de apuntes donde escribe, me quedo dormida en el trayecto, sé que ella me despierta cuando lleguemos.

 

La casa finca es grande, tiene dos kioscos, una capilla, dos cocinas, baños, piscina, criadero de caballos, un espacio libre para ejercitar los caballos y un jardín donde hay asientos de cemento. La gente se distribuye en los diferentes lugares mencionados y cuando la capilla queda sola mi hermana, que se llama Susana, sentada cerca del altar, comienza a 

escribir una historia. Al terminar de escribir observa desde allí los lugares que se ven lejanos y pequeños, porque la capilla está alta y retirada. Para salir baja varios escalones y va hacia los kioskos.

 

En cada uno de los kioscos hay un equipo de sonido y la gente acomodada en sus sillas con sus respectivas mesas formando un grupo de amigos y familia. Pero antes de hacer parte de un grupo, mi hermana va a mirar a los caballos y a un perro que tiene aproximadamente 106 centímetros de alto, lo llaman Beethoven, está acompañado de otro perro que no es tan grande, Beethoven cada vez que tiene oportunidad se le echa encima al pequeño animal porque están encerrados juntos en una casa con forma de pozo gigante y techo de choza cuyas paredes están pintadas en el orden de los colores de la bandera de Colombia: amarillo, azul y rojo.

 

Al fin llega y se sienta con el grupo familiar. Nos reparten galletas, bananas, papas fritas, empanadas, helado y comida, pero no ella quiso el arroz chino, sino que comió unas manzanas y peras. Estando todos disfrutando de la fiesta y pasando más de cuatro horas, la noche llegó y aproximadamente a las doce nos fuimos en el bus que habían contratado para que la familia regresara nuevamente al municipio de Yumbo.

 

Mi hermana me despertó haciéndome saber que llegamos a Jiguales, al bajar del bus y al entrar me sorprendí, el lugar es igual al que vi en mi sueño.

bottom of page